NO FALTAN IDEAS, ¡ FALTA CORAZÓN ! El Arte Social no se enseña, no se aprende. El Arte Social se practica, se ejercita, se vive, se comparte. El ser humano moderno, en tanto vive en su conciencia ordinaria, en su conciencia de vigilia, es un ser cerrado en sí mismo, y por tanto egoísta, y no sólo en un sentido anímico, sino desde el punto de vista de su propia organización corporal-sensorial. Así, los sentidos sólo nos proporcionan información acerca de nosotros mismos, aún cuando en nuestra conciencia vivimos en la ilusión de percibir un mundo objetivo y terminado. Es precisamente este egoísmo inadvertido, en el que se fundamenta la conciencia de vigilia, el que produce que, “desde un punto de vista objetivo”, el ser humano sea, en su estado de conciencia ordinaria, un ser antisocial, aún cuando sus intenciones sean las mejores posibles o las más morales. Como decimos más arriba, no se trata de un egoísmo anímico referente a las intenciones, sino de un egoísmo anclado en la propia organización corporal. Sin embargo, al llevar la fuerza de atención del Yo al pensar, como experiencia pura, al sentir la sensación y a los sentidos, se puede observar un proceso de transformación de la propia percepción que, paulatinamente, lleva al ser humano a desarrollar, poco a poco y con perseverancia, un tipo de conciencia en que se percibe procesos y la actividad formadora detrás del mundo visible a la conciencia habitual. A su vez, la percepción de los conceptos a través de mi fuerza de atención, me permite encontrar aquellos contenidos adecuados a mi propia situación vital y que me dan el impulso de avanzar en mi camino. |